Partimos de la premisa de ponernos en la piel del usuario, si les dieran la oportunidad de elegir, ¿Cómo les gustaría que fuesen las residencias en las que van a vivir?
Entendemos que para una persona mayor el dejar atrás su hogar, su rutina y su entorno supone un gran cambio que puede desubicarlos por completo. Por ello nos vemos en la obligación de que nuestro modelo les proporcione el bienestar y la estabilidad que necesitan para hacer de este proceso lo más agradable. Y es que si estos futuros usuarios nos respondiesen el factor común sería el pueblo. Ahí están sus raíces y orígenes y es la calidad de vida que añoran y recuerdan.
Ahora desde un punto de vista técnico analizamos el pueblo y su estructura urbanística y llegamos al esquema en el que encontramos la plaza rodeada perimetralmente de comercios en donde se desarrolla la vida social y comercial y en torno a centro aparecen las viviendas, zonas más tranquilas donde predomina la tranquilidad y privacidad. Algo tan simple como este esquema fue nuestro punto de partida, garantizando la continuidad con la vida anterior y manteniendo las relaciones sociales.